28 sept 2008

Un enclave mediterráneo privilegiado

A treinta millas náuticas (50 kilómetros) al este del cabo de Oropesa, en la costa de Castellón de la Plana, las islas Columbretes podrían pasar desapercibidas, y de hecho ésa ha sido su mejor estrategia de conservación. Dos horas en barco nos separan de este grupo de islotes que constituye un enclave privilegiado único en el Mediterráneo. Fauna y flora han mantenido allí una pujanza que nos retrotrae a estadios ya periclitados de este mare nostrum agonizante.

Encontramos especies prácticamente únicas, como la gaviota de Audouin (Larus audouinii o gavina corsa, en catalán), el halcón de Eleonor (Falco eleonorae o falcó de la reina) o el cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis o corba marina). Estas especies tienen en las islas sus únicos puntos posibles de nidificación en muchos kilómetros a la redonda. Y durante los pasos migratorios primaverales y otoñales, las Columbretes actúan como un portaaviones natural, permitiendo el reposo de las aves peregrinas entre Europa y África.

No es tan halagüeña la situación de la flora. De la antigua vegetación sólo perduran ejemplos de margalló (Chamaerops humilis), ilentiscle (Pistacia lentiscus) y aritjol (Smilax aspera). La acción antrópica ha dejado sentir su labor de destrucción, sobre todo por la introducción de animales domésticos por parte de los fareros.

Desde 1988, las Columbretes son parque natural de la Generalitat Valenciana, y en 1990 fueron declaradas reserva marina por el Ministerio de Agricultura. La reserva, con 4.000 hectáreas de superficie, es la mayor de España. Estas medidas han contribuido a que el pequeño paraíso que sin duda son las Columbretes pueda ser disfrutado ahora por los visitantes, que vienen hasta aquí a bucear o simplemente a comprobar la autenticidad del pregonado privilegio.

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